El nivel y el modelo de desarrollo económico de un país se refleja en la planificación del territorio y las infraestructuras y, por tanto, en su gestión logística global. El PIB es uno de los principales indicadores para las previsiones de demanda de infraestructuras de transporte, sobre todo de mercancías; no obstante, la densidad de población también permite evaluar las futuras necesidades de desarrollo de infraestructuras para la movilidad, valorando los factores socioeconómicos por encima de los factores de rentabilidad a corto plazo. En consecuencia, la Administración pública debe resolver los retos derivados de estos factores aportando soluciones efectivas. Esta necesaria adaptabilidad impone prever las fuentes de financiación, incluyendo la posible participación de capital privado, para lograr en cada momento las infraestructuras más adecuadas y su mantenimiento.
La planificación del territorio y el desarrollo de las infraestructuras de transporte en Cataluña deben considerar tanto la conectividad interna como la accesibilidad a las cadenas de transporte intermodal europeo. En las imágenes, fotografía Landsat del territorio catalán y mapa comarcal, con un esquema de su red viaria.