Cataluña, puerta logística del sur de europa


El Graf Zeppelin, el dirigible más grande de la historia, sobrevolando Barcelona durante la Exposición Internacional
de 1929, en el contexto de los actos
de la semana alemana. La modernización
de los sistemas de transporte de personas y mercancías a lo largo del siglo xx ha convertido la aviación civil
en el principal medio de transporte masivo. Por el aeropuerto de Barcelona pasaron en 2010 casi treinta millones
de pasajeros, el triple que en 1992.

Del mismo modo que había sucedido con la introducción del ferrocarril, el avión revolucionó la mentalidad de los catalanes de principios del siglo xx, haciendo del mundo de la aeronáutica una pasión para muchos. Sólo hay que recordar las palabras del poeta Joan Salvat-Papasseit, para el cual el avión era el ave más bella que había en el cielo.

El aeropuerto de Barcelona-El Prat ha sido el principal escenario de la revolución que el transporte aéreo ha experimentado, especialmente en el último medio siglo. Los primeros vuelos comerciales empezaron en la temprana fecha de 1920, con las primeras líneas regulares entre Barcelona y Mallorca. No fue hasta 1939 cuando se establecieron los primeros vuelos regulares con Madrid, a pesar de que el moderno puente aéreo no llegó hasta 1970. Durante la década de los cuarenta y de los cincuenta se construyeron las dos pistas principales del aeropuerto, que en 1963 ya había alcanzado el millón de pasajeros. Desde entonces no ha dejado de crecer. En el verano de 1970 se iniciaron los vuelos intercontinentales con Nueva York, vía Lisboa, y en 1977 se superaron los cinco millones de pasajeros anuales, cifra que actualmente se ha multiplicado por seis. Durante muchos años el de Barcelona fue el único gran aeropuerto catalán, hasta que se construyeron los de Girona (1967), Reus (desde 1992 bajo jurisdicción civil) y Lleida-Alguaire (2010).

En cuanto a la red viaria, durante siglos, una de las constataciones más habituales al referirse a ella había sido su deficiencia estructural. Los primeros proyectos de planificación de una red viaria no se produjeron hasta mediados del siglo xviii, cuando se diseñaron varias vías radiales que conducían hacia Madrid y que en Cataluña supusieron el lento inicio de la construcción de las carreteras de Barcelona a Lleida, Girona y Valencia. Además de la red ferroviaria creada por iniciativa privada, la red viaria se benefició durante la segunda mitad del siglo xix de nuevas actuaciones públicas de mejora.

En 1848 se creó la Junta Delegada de Carreteras de Cataluña, que funcionó durante dos décadas. En el año 1857 el gobierno del Estado promulgó una ley de obras públicas por la cual asumía, en teoría, la financiación, construcción y conservación de las carreteras, que en la práctica resultó de aplicación desigual. Sumando las carreteras locales financiadas por los ayuntamientos, las provinciales de las diputaciones y las estatales, en Cataluña en 1868 había unos 1.700 km de vías, cifra que en 1900 ya ascendía a 4.000 km, más del 10 % de toda la red del Estado. Pero no fue hasta mediados de los años sesenta cuando empezó la definitiva modernización de la red viaria, con la construcción de las primeras autopistas de peaje.

Cataluña, y en especial la región metropolitana de Barcelona, es uno de los principales centros de producción y de consumo de la Europa meridional, consolidada como la puerta logística del sur de Europa gracias a su privilegiada situación geográfica, el clima suave y la alta calidad de vida. La capital catalana ha sido desde la restauración de la democracia el objeto de grandes proyectos de transformación urbana, por ejemplo el 22@Barcelona, que reconvierte una antigua área logística e industrial –el barrio del Poblenou– en un nuevo distrito de actividades tecnológicas no contaminantes. La tradición innovadora de Barcelona, plasmada en la organización de grandes acontecimientos internacionales como las exposiciones de 1888 y 1929, los Juegos Olímpicos de 1992 y el Foro Universal de las Culturas, en 2004, continúa plenamente vigente a principios del siglo xxi.