La logística en los servicios de sanidad


La aplicación de conceptos logísticos
en los hospitales supone administrar
el flujo de materiales en los diversos espacios clínicos, integrando
la información para ofrecer una trazabilidad total y facilitando la toma
de decisiones y el control de los costes en todas las fases.

Algunas administraciones públicas incorporan progresivamente modelos de gestión propios de la empresa privada para gestionar áreas delicadas, pero a la vez con gran impacto presupuestario como la educación o la sanidad. La crisis económica y los endeudamientos elevados de las Administraciones obligan a hacer frente a las ineficiencias y a tener muy en cuenta los parámetros organizativos y, sobre todo, a gestionar en profundidad los costes para garantizar el futuro de la escuela pública o de las prestaciones de los servicios sanitarios.

Borja Ozores, autor del libro Logística hospitalaria, entiende el hospital como un centro de producción de servicios con un proceso dirigido al enfermo, a su curación, pero que sólo puede ser considerado eficiente cuando esto se consigue al menor coste posible. Debería contemplarse el hospital como un ente logístico, evaluando tanto los procesos de abastecimiento de los proveedores como los suministros internos, la llamada cadena logística intrahospitalaria. El objetivo es responder a las necesidades reales de consumo con el abastecimiento, sin perder la orientación al usuario. En cambio, existen deficiencias en el abastecimiento de los centros hospitalarios, donde hay muchas gestiones manuales de las existencias y un volumen excesivo de materiales.

La aplicación de conceptos logísticos en los hospitales supondría administrar el flujo de materiales en los diversos espacios clínicos (quirófanos, habitaciones, pruebas para pacientes, etc.), integrando la información para ofrecer una total trazabilidad y facilitando la toma de decisiones y el control de los costes en todas las fases. Una gestión eficaz de la cadena de suministros puede reducir hasta un 30 % el volumen de productos almacenados en planta y así recortar los costes del inmovilizado en un 20 %. Los expertos hablan abiertamente de aplicar el modelo lean, identificando los elementos que no aportan valor a la operativa para conseguir ahorros en compras y gestión de existencias. Al mismo tiempo, se contempla la reducción y optimización de los flujos internos de materiales (rediseño de almacenes, uso de sistemas de dispensación automática y determinación del nivel de existencias adecuado a cada servicio). Un stock menor y menos inmobilizados suponen la práctica eliminación de obsolescencias de productos o rupturas de stock. También se contemplan estrategias propias de la industria, planteando que el proveedor se haga responsable –partiendo de los requisitos establecidos por los centros sanitarios– de la gestión del almacén, ya sea en el hospital o fuera del mismo. La tendencia lógica apunta a reducir los almacenes internos y a ocupar el personal en otras actividades de mayor valor añadido.

Respecto a la identificación de materiales (medicamentos, aparejo médico, etc.), la adopción de códigos de barras a lo largo del proceso hospitalario puede suponer la eliminación de errores y una mejoría administrativa por la simplificación de los procesos que conlleva. Más aún, se plantea usar la tecnología RFID para conseguir un análisis detallado de los consumos o volver sobre la trazabilidad de cualquier referencia. De hecho, existen experiencias de incluir una etiqueta RFID en la pulsera del paciente ingresado para así tener automatizada su historia clínica durante toda su estancia.