Sectores y cadenas logísticas


En la cadena logística del sector textil,
las tecnologías de la información
y la comunicación permiten gestionar
el alto volumen de información que generan los flujos de aprovisionamiento, control de existencias y logística inversa, con el objetivo de atender el punto
de venta final.

Cada sector industrial o de servicios cuenta con las particularidades logísticas derivadas de su propio negocio y se debe a una cadena logística propia, con condicionantes únicos y elementos comunes con el resto. Así, el sector farmacéutico, el de la alimentación, la electrónica, las materias peligrosas o la siderurgia obedecen a necesidades muy diversas por el volumen de producto, las características de la distribución o las restricciones legislativas. Es difícil determinar cuántas cadenas logísticas existen, si bien los expertos distinguen hasta veinte tipologías distintas. Algunos ejemplos pueden señalarnos las particularidades más singulares de varias de ellas.

En el sector agropecuario, la cadena logística se halla determinada por los grandes volúmenes que hay que mover y por los aspectos sanitarios, además de transportes masivos de producto. En la industria alimentaria, la cadena logística es más compleja y posee un valor añadido más elevado en la medida en que se transforman materias primas, y presenta una distribución directa al punto de consumo. Al mismo tiempo, los aspectos sanitarios, de trazabilidad y la cadena de frío también la condicionan, aunque cabe distinguir entre transformados de productos frescos (industria cárnica, lácteos, etc.) y del sector conservero, por ejemplo.

En los sectores del textil, la confección y el calzado, las cadenas logísticas destacan por su amplitud, en el sentido que se generan grandes flujos de materiales desde centros productores en Asia y Centroamérica hacia centros de consumo como Europa y Norteamérica. Es, pues, habitual que las grandes marcas tengan centros de producción muy alejados, que fabriquen según los diseños de la marca, y que generen grandes flujos de producto a través del transporte marítimo, que después se consolidan en plataformas logísticas dotadas de herramientas de control de las existencias y de gestión de la distribución adecuadas para servir a su entorno inmediato.

La logística del automóvil, por su parte, presenta un gran valor añadido gracias a la integración de todos los agentes de la cadena a partir de imponer el «justo a tiempo» como estrategia para reducir los costes derivados de las existencias y las manipulaciones. La demanda estira de la fábrica e impulsa la cadena logística, en la que las herramientas informáticas son vitales para integrar a los proveedores de acuerdo con el plan de fabricación derivado de la evolución del mercado. Esto supone una organización muy cuidadosa por parte de los proveedores, cuya localización en la red logística del sector resulta estratégica para dar el servicio que se les exige. A la vez, ofrece espacio a los operadores logísticos especialistas, que pueden incluso asumir algunas operaciones de premontaje.

Servicio, seguridad, un estricto marco legal y un producto de gran valor añadido hacen de la cadena logística del sector farmacéutico una de las que genera por sí misma mayor valor añadido. Este sector, de modernización indiscutible, resulta paradigmático teniendo en cuenta que Cataluña es su principal productor dentro del Estado –genera importantes flujos en la cadena hacia el resto de España– y es, a la vez, un importante consumidor. Esto implica estar siempre en el centro de una cadena logística muy ajustada y compleja, basada en la automatización de los pedidos, establecida para asegurar todos los requisitos legales y de control de temperatura, pero también un elevado nivel de servicio a la ciudadanía. Se distingue, por tanto, por una logística de distribución muy especializada, en manos de mayoristas totalmente focalizados en una sola actividad.

Otras cadenas logísticas completamente distintas a las reseñadas son las de los sectores siderúrgico, químico o energético, caracterizadas por grandes volúmenes de transporte donde el producto se contabiliza en miles de toneladas, que son transportadas por vía marítima. Constituyen flujos masivos de los que, por lo general, Cataluña es importadora a través de sus puertos. El gas y los hidrocarburos son un caso paradigmático, con un punto de descarga en el complejo petrolífero de Tarragona, al mismo tiempo centro de transformación para la industria química. En este sector, la distribución hasta el punto de consumo es muy compleja debido a la peligrosidad de muchos de los productos que se mueven. Su cadena logística exige infraestructuras especiales para el almacenamiento de los productos, así como observar normas de seguridad muy estrictas y sistemas de transporte adecuados, vinculados a flotas y empresas de transporte especializadas.