La economía global y los mercados emergentes


La globalización de la economía
se fundamenta en el transporte
de las mercancías. El aumento de
la dimensión geográfica de los mercados de las economías emergentes es inseparable del incremento del transporte de productos, lo cual ha generado en
las últimas décadas una nueva geografía de las redes logísticas internacionales, especialmente para los tráficos con origen en países asiáticos y con destino en Estados Unidos y Europa.
En la imagen, perfil de los rascacielos
del puerto de Shanghái, el puerto marítimo más importante del mundo.

En las últimas décadas, la reducción de las barreras al comercio y las restricciones a la inversión directa
extranjera, las mejoras en los sistemas de transporte y el nuevo rol de las tecnologías de la información y la comunicación en los procesos de comercialización han facilitado la diversificación de las actividades económicas e incrementado los flujos del comercio mundial. Las empresas de la Unión Europea operan en los mercados internacionales con nuevos competidores de países que soportan unos costes laborales muy inferiores, los cuales a menudo tienen acceso a las mismas tecnologías y diseños organizativos, a los mismos clientes y proveedores de capital. Son países emergentes –encabezados por China, que ya es la segunda economía mundial después de Estados Unidos–, que si bien hace unos años basaban su competitividad casi de forma exclusiva en la mano de obra barata, hoy en día resultan competitivos en todos los aspectos.

Entre 1999 y 2008 las exportaciones de Estados Unidos perdieron 6,8 puntos porcentuales en las exportaciones mundiales; las de Japón, 4,1 y las de la Unión Europea, 2,4. En cambio, las exportaciones de China ganaron 7,3 puntos y representan el 9,6 % del total mundial, lo que sitúa al gigante asiático a la cabeza de los países exportadores, tras superar en 2008 las de Estados Unidos y en 2010 las de Alemania. A pesar de todo, la Unión Europea es todavía el principal exportador mundial. Ahora bien, ¿hasta cuándo? Aunque se intenta compensar esta globalización con el crecimiento del mercado intracomunitario, Europa continúa perdiendo peso en la economía global y la tendencia es que pierda más. Los expertos apuntan que las posibilidades europeas pasan por la innovación y la capacidad tecnológica, pero también por explotar aspectos tan vitales como la logística.

El ritmo frenético de las economías asiáticas es bien visible en sus capitales. Mientras que las economías de Estados Unidos, Europa y Japón se mueven en ratios de crecimiento planos o incluso negativos, y con índices crecientes de desocupación laboral, las economías asiáticas emergentes no paran de crecer. Según las previsiones del Fondo Monetario Internacional, en el año 2050 el PIB de Estados Unidos será igualado por India, mientras que el chino lo duplicará. Y si bien este cambio de peso de las economías no supondrá el final de las superpotencias clásicas, las cuales mantienen mucha más capacidad financiera y de innovación, sí que igualará la economía en términos absolutos. Hay datos muy claros: el 80 % de los puertos marítimos más importantes del mundo se encuentran en Asia, y el liderazgo se lo juegan Singapur y Shanghái. También la mitad de los aeropuertos más importantes se encuentran en esta región.